lunes, 25 de enero de 2010

Nadie hablará (mal) de nosotros cuando hayamos muerto

El día que muramos alguien loará nuestros actos. Seremos puros, amorosos, competentes. Por un día, alcanzaremos la vida de la fama.
El jefe que nos humilló, el cura que no nos conoció, el familiar que nos rehuyó solemnemente nos despedirán. Gran hombre fue...

Que mias sean las rosas cuadno las pueda oler
Las lágrimas se fundan al contacto de mi piel
Y su sabor salado tener
Me embriaguen los piropos de los míos
De todos los demás los cumplidos
Cuando sonrisas pueda devolver

¡Qué más me da lo de después!

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