miércoles, 28 de noviembre de 2012

Sleeping Girl

"see ne evil" Dilka Bear
Viernes, 8h 45. Bajo del autobús. Al pasar el semáforo, nuestros caminos se cruzan. Me gusta ver tu carita de princesa, tu pelo rubio peinado en coletas, tu abrigo blanco,  tu mochila rosa. Vas de la mano de tu abuela, siempre tirando de ti. Tú, remolona, te dejas arrastrar. Y busco en tu rostro una señal de mi duda. Pero tú no me ves. No sabes mirar. Tu mirada se perdió en las sobras de tu mente. En un mundo de algodón de azúcar y caballitos poni, lejos de la tristeza y el gris del asfalto.
Ahora eres niña, pronto serás muchacha. siempre de la mano de alguien, para no perderte. Con esa mezcla de ternura, lástima y desapego. Entre nosotros sin estarlo. Dormida ante la vida, sonámbula de realidades.

Como cada viernes, no me sonreirás...

martes, 13 de noviembre de 2012

los libros de mi vida: Exitus

Un chaval cualquiera, llamémoslo Pepito. Un barrio de aluvión con aroma a cocido y porro. Un cuadro costumbrista de nuevo cuño. Personajes del cotidiano, soñadores catódicos, naúfragos en un guión mal escrito. Un viaje a los infiernos de la mente en platillo espacial. Un decorado maquinado por la cultura del pelotazo. 
El Señor Chinarro Luque, padre de canciones como mordiscos, retrata en su primera novela un paisaje asolado por la nada que envuelve a los que nada pretenden. Una chispa de cordura creativa en el desierto de novelas rápidas y sin alma que pueblan los estantes de los centros comerciales y estaciones de tren. Un Galdós de polígonos y parques; escenarios del presente sin futuro.
Grande Chinarro, Grande...

martes, 6 de noviembre de 2012

Relatos otoñales. La madrastra III


Foto: Lauren Elycerose


Desde aquel día, la casa de Maya dejó de ser un hogar. Los arrumacos de la parejita eran directamente proporcionales a la indiferencia que le procesaban. Se sentía tan sola, ¡tan poco amada! Por eso, empezó a coleccionar retales de historias de amor, esperando que, tal vez, un día encontrara ese príncipe azul que la quisiera de verdad. 

El desenlace de este relato, así como de otros ya publicados, verán pronto la luz en forma de libro...

sábado, 3 de noviembre de 2012

Relatos otoñales. La Madrastra II


Lauren Elycerose

Nunca conoció a su madre. Su padre le contó que, como la quería tanto, fue capaz de dar su vida para que ella viniera al mundo. Maya tenía una foto suya en la mesilla de noche. Todas las noches le daba un beso y las gracias por haber sido tan valiente. Maya y papá eran muy felices juntos; hasta aquel domingo en que fueron al zoo. Ella ya sospechó que algo iba a pasar, porque su padre le hizo ponerse el vestido de los lazos.
- ¡Pero papá!, ¡este vestido es una cursilada!
A llegar a la puerta, había una mujer muy sonriente. Era alta, delgada, con el pelo muy liso y la cara más pintada que una puerta. Aunque se rostro y su cuerpo eran hermosos, a Maya le recorrió un escalofrío por la columna vertebral. No le gustó nada. A partir de aquel día Nieves, ese era su nombre, les acompañaba cada vez que salían de paseo. Papá ya no le cogía de la man; casi se diría que olvidaba su compañía. Maya se sentía chiquita, invisible frente a aquella mujer que había enamorado a su padre.
Una mañana de primavera, Maya se puso otro ridículo vestido de lazos. Esta vez, para ir a la iglesia. Su padre se casaba con Nieves. Nieves la madrastra. 

 Continuará

jueves, 1 de noviembre de 2012

Relatos otoñales. La madrastra I


http://www.flickr.com/photos/laurenrosenbaum/

A Maya le gusta leer novelas románticas. Soñar con caballeros de perfecta figura y besos apasionados. Imaginarse en una playa caribeña escuchando el rumor de las olas desde su cama con dosel. Ser esa mujer. La Mujer. La que todos desean y por la que pierden la cabeza los hombres. Maya lee a Corín Tellado y a Danielle Steel. No se pierde ni un capítulo de SATC ni una edición del Hola. Recorta fotos de novias. Muñecas disfrazadas de virgen frente al altar.
Quizás, tras esta descripción, el lector puede imaginar que Maya es una mujer madura y poco agraciada que, como se suele decir, vio como se pasaba su arroz sin un mozo con quien pasear. Pero no. Maya es una niña. Una chiquilla de apenas ocho años. Lista y bonita. Tiene muchos amigos y va fenomenal en el cole. Es una princesa. No solo por sus cualidades, sino por sus desgracias. Maya no tiene mamá; tiene Madrastra.

 Continuará