A veces, la vida es un escaparate. Dispuesto ante nuestros ojos vemos aquello que anhelamos ser: nuestra propia vida. Tan cercana que podrías tocarla, pero insípida, inodora, intocable. Construímos un muro imaginario para no permitirnos ser lo que queremos ser. Contruímos ladrillos hechos de miedo, angustias, complejos, inseguridades, recelos ... Nos conformamos con mirar el reflejo de nuestro YO.
En mi escaparate hay libros sin escribir, poemas sin rimar, dibujos sin colorear, bordados sin pespuntar. Viajes en una mochila, rabia adolescente caducada, Palabras dormidas, Caricias asustadas. Mi reflejo aumentado, magnificado.
Nos falta valor para cruzar esa puerta que nos lleve al otro lado del escaparate. Dispuestos a ser dueños de nuestros sueños.
¿Qué hay en vuestro escaparate?
¿ Teneís el valor de cruzar el umbral?