miércoles, 31 de agosto de 2011

El último día de mis vacaciones

Espanto - el último día de las vacaciones

El último día de mis vacaciones recojo bikinis, pareos, bronceadores.
El último día de mis vacaciones preparo mochilas, cuadernos, rotuladores.
Despido mis sueños, mis ambiciones. Bajo del dobladillo de los vestidos, recatada.
Cuento los días que quedan para verte, oh sole mío. Otoño en la recámara.
Ya todo tan lejano. Ya nada esperas
Adiós siestas placenteras
Adiós dulces sobremesas
Adiós terraza soleada
Adiós conversaciones sanas

lunes, 29 de agosto de 2011

Un cuadro a la semana: la joven mártir

La jeune martyre. Paul Delaroche
Joven y mártir. Romántica estampa. 
Ya nadie su vida regala. 
Hedonista placer, ahogada en tus lágrimas. 
Hermosa figura que velar, bajo velas que nadie apagará.

Heroína de tu tiempo, bohemia acostada
En aguas sagradas, así descansas

viernes, 26 de agosto de 2011

Relatos de verano: La lectora III

Aceptada su debilidad, se dejó llevar por ella. Decidió consumirse entre intrigas palaciegas. Fumaría el opio de Indochina, sorbería absenta parisina, esnifaría rapé con la Duquesa de Alba. Sería una yonqui de las palabras, esa sería su perdición. No tenía miedo, asumía los efectos secundarios de su adicción. 
En la edad en que el candor primaveral deja paso al otoño, la lectora decidió acabar con su vida. Cerró la casa familiar. Encendió un flexo. Preparó café. Una manta cerca. Una pila de policíacos escandinavos. Solo era cuestión de tiempo. 
Cuando la policía tiró abajo la puerta, alertada por el olor nauseabundo que los vecinos notaban hacía días, se la encontraron comida por los ratones, cubierta de tinta. Su autopsia rezaba "muerte por intoxicación literaria". El forense se vio obligado a cortarle la mano derecha. No le podían quitar el libro. No quedaba bonito en el ataúd.

jueves, 25 de agosto de 2011

Relatos de verano: La lectora II


Los años llegaban a su vida al ritmo que los estantes de la bibloteca se llenaban. Horas bajo la luz de un flexo, privada de sol y aires fresco la volvieron taciturna y encorvada, señora de sus soledades, amiga de hojas impresas. Se dejo marchitar como una margarita aplastada por el peso de la sabiduría, entre volúmenes de la Enciclopedia Británica. Todo por un afán, una búsqueda que, azarosamente, había empezado mucho antes de lo que creía.
Fue una primavera temprana. Tendría unos diez u once años. Por aquel entonces estaba obsesionada con los prospectos farmaceúticos. Posología, Interacciones, indicaciones, efectos secundarios. Eso era, Efectos Secundarios. ¿Por qué lo que nos cura también nos puede matar? No, solo era química. La lectura calmaba su alma, no había nada malo en ello. Se convenció, pero no lo olvidó.Sabía que su pasión tendría un precio. Solo era cuestión de tiempo conocerlo.

Continuará

miércoles, 24 de agosto de 2011

Relatos de verano: La lectora I

Si me hubieran preguntado cómo era, no habría podido decir gran cosa. No recordaba su color de ojos, ni su porte, ni su forma de vestir. Solo que siempre tenía un libro entre las manos. Así había sido siempre. 
Ya de niña gustaba de contemplar la extensa biblioteca de su madre, fascinada con el color y la forma de los lomos que asomaban de las estanterías, imaginando qué podrían entrañar. Su primer día de colegio fue uno de los más felices de su vida; al fín aprendería a leer. Periódicos, revistas, tebeos... Aquellos jeroglíficos devendrían historias ante sus ojos, sin esperar a que la noche llegara y su padre le contara un cuento antes de dormir. Ella elegiría el lugar, el momento, el qué.
Serenamente pasó la infancia surcando mares, viajando en globo, conociendo profundidades y abismos. De Indochina al salvaje Oeste; de la negra África a las playas de Maracaibo. Nunca niña viajó tanto, conoció tantos mundos como aquella que se acurrucaba en la mecedora de su abuela con un libro, mientras pasaba la tarde contando el número de hojas que leía. Nunca se sentía sola, solo tenía que bucear entre palabras para encontrar amigos, aventuras, historias.

Continuará

lunes, 22 de agosto de 2011

Aprendiendo

Foto:  Sherpa's way
Quiero despertarme cada día con la ilusión intacta. Deshojar el calendario como si fuera un regalo de Reyes y esperar la sorpresa que sus horas me traerá. Me sentaré frente a su reflejo con lápiz y papel, dispuesta a tomar nota de sus colores, sensaciones, alegrías.
Ser niña de mirada intensa; viejita sentada en la alameda del parque. Esperar lo inesperable; soñar lo desconocido. Enamorarme cada vez que te veo. Olvidar y recordar. Aprender de lo conocido.

jueves, 18 de agosto de 2011

De mayor

¿Qué seré cuándo sea mayor? 
Cocinera, pastelera, pirata, maestra, responsable, vintage... e iré a París solita.
En mis paseos por París encontré una tiendita en la isla de Saint Louis con unos cuadros preciosos, pintaods por la ilustradora Isabelle Kessedjian... Quand je serai grand

martes, 16 de agosto de 2011

Rutinas

Cuando el calor aprieta, el jefe se vuelve -más- neurótico, la vida se nos hace cuesta arriba y las mañanas son la subida del Tourmalet, soñamos con salir corriendo hacia algún lugar lejano, paradisíaco si es posible. Una tierrade Jauja donde las fuentes manen mojitos y los hombres sean guapos y estén bronceados. Como la mayoría de los mortales, nos conformamos con apretujarnos en aviones tercermundistas, playas abarrotadas, museos fast-food e inmortalizar vía Facebook lo ya por todos conocido.
Las vacaciones nos estresan.
Abrimos la puerta de nuestra casa, aún con arena en los bolsillos y el estómago aturdido de tanto buffé. Pisamos el suelo del recibidor como el Papa pisa tierra santa. Volvemos a nuestras rutinas, seguros en ellas, sin miedo a perdernos. Dormimos en camas amigas, almohada compañera. 
Nada como el hogar



viernes, 5 de agosto de 2011

My playlist: summertime

Cerrado por vacaciones. Donde haya un poema, una buena canción, una sonrisa, ahí estaré.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Les toilettes

El parroquiano celoso y la estanquera hipocondriaca desatan su amor en los baños de un café de Montmartre. La puerta tiembla con sus embestidas; la luz parpadea; los vasos rechinan. El mundo se para por un instante.
La joven abre la puerta. Imagina paredes arañadas, marcas de amor. En su lugar, encuentra un altarcito con recuerdos de aquella camarera que, un día, encontró su destino en Les Deux Moulins.