sábado, 31 de enero de 2009

Oda al Castellano II

En tiempos de crisis, suculentos poemas hortelanos.



Gracias Inés por tan rica errata.

viernes, 30 de enero de 2009

la castigada

- Que levanten la mano los castigados.
Me quedé un rato parada. no sabía qué hacer.
- Me han oído. Que levanten ya la mano los castigados o será peor.
Tímidamente levanto el brazo.
- Ah! señorita, veo que es usted la única que da la cara. Le parecerá bonito lo que ha hecho...
- Señor, perdone, pero yo no sé si he hecho algo malo. Yo soy buena. Es más, creo que no he hecho nada. Nada de nada. ni bueno ni malo.
- Eso, en todo caso, jovencita, seré yo quien lo decida. y a callar. Por el momento está castigada.
- Pero, ¿por qué? ¡Es que de verdad que no lo sé!
- El porqué es lo de menos. Usted está castigada, y mucho. Es más, usted tiene cara de culpable y debería acostumbrarse al castigo.



Me escapo de la sala. Oigo gritos detrás mío, pero solo pienso en correr. Correr como la culpable que no soy y dejar por el camino los pecados que no cometí. Con el castigo tatuado en mi lomo, cumpliendo condena por existir.

miércoles, 28 de enero de 2009

mon espoir. Tu me manques

Un huequecito pequeñito pero lleno de anhelo. Contando los días podré llenarlo.
Por él respiro, por el espero, por él te extraño.
Pronto estarás. Seremos. Tendremos. Y otras cosas esperaremos

martes, 27 de enero de 2009

Oda al castellano

Gracias a Ángel por esta perla cultivada...

mon jardin d'hiver

Mudé de piel mil veces, reinventando mis coordenadas en busca de un horizonte claro. Reconocí mis fallos, mis vicios, mis manías, mis desgracias. Me sumergí en lo más profundo del lodazal y encontré una burbuja de aire limpio, intacto, puro, en lo más sucio y negro de la condición humana. Llené mis pulmones, tomé impulso y luché por subir arriba, por emerger, mientras medusas y gárgolas sujetaban mis pies. Escuché el canto de las sirenas que me atraían a su orilla, pero supe cerrar mis oídos y tararearme una nana, una que me reconfortara y me diera fuerzas, como un mantra espiritual.

Y, así, llegué. Me limpié de barro y algas, aclaré mis cabellos, cambié mis ropas y me pinté los ojos. Vi la luz que antes no llegaba a mi ventana. Y había colores, flores, abrazos y un edredón para cobijarme.

Encontré mi jardín de las delicias dentro de mí, a mi alrededor, en los otros. Y supe que siempre estuvo ahí.

miércoles, 21 de enero de 2009

3 000 000

Qué bien llegar la comedor y encontarse que hoy es el día mundial del colesterol y que, por mucho que se resista, el plato no bajará de las 50.000 calorías de grasas saturadas de proveniencia insospechada. Así que te lanzas a lo prohibido y decides disfrutar por un día, porque claro, solo será hoy, mañana acelguita rehogada.
Qué bien sienta decidir una tarde no ir al gimnasio, sentarse en el sofá, encender la tele, poner el canal donde más morralla haya y beberse un vinito a la salud de la famosa de turno que aparece en pantalla.
Qué bien sienta no tener que madrugar un día entre semana. Sales a la calle a media mañana y te sientes extraña. Solo ves jubilados y señoras con carros de la compra. ¿Dónde está el resto de la humanidad?, ¿qué ha pasado en el mundo?
Qué bien sienta también tirarse una hora intentando hacer el solitario de windows, ese que nunca sale. Nunca se sabe...
Caprichos apetecibles por prohibidos o imposibles en nuestra rutina. ¡Benditos sean mientras se presenten pocas veces!

Imagina no tener dónde ir a trabajar; levantarte cada mañana con la angustia de no saber qué harás , pues no has elegido ese tiempo libre, sino que se te ha impuesto. Imagina comer cada día congelados de oferta, ver telebasura para llenar tus horas, matar el tiempo como una condena.
Imagina tener una vida hecha de restos.

Qué bien poder elegir mis rutinas,soprenderme cuando me sacan de ellas. Qué bien no ser uno de los 3 000 000

lunes, 19 de enero de 2009

Buen rollito



Un día decides plantarte y comenzar tu buen rollito.
Nada de pajas mentales, de filosofía barata ni finales novelescos: las cosas son como son y punto.
Fíjate por donde, ese mismo día reparas en los colores de tu ciudad, en las caras de los peatones, en los timbres de voz. Todo lo que había permanecido hibernado sale a la superficie, se te revela.
Te ríes de tus estupideces pasadas y de las de los demás, pues quedan muchos, ahí fuera, que no han abierto los ojos, que han visto sin mirar.

No pretendáis taparme los ojos, no soy yo la que lleva una venda.

miércoles, 14 de enero de 2009

Un segundo antes

Un segundo antes de que todo acabe, cerraré los ojos
y traeré hacia mí el más valioso de mis recuerdos.
Aquel que nadie manchó, que fue puro y mío.
El que nadie me impuso,el que fue un impulso.
Contemplaré lo que me destruirá y lo admiraré.
Por ser capaz de terminar lo que un dia vio nacer.

lunes, 12 de enero de 2009

¿Hipócrates era un hipócrita?

No hace mucho me regalaron una máquina para etiquetar. Pensé en las cosas a las que les podría poner nombre, pero, en parte, me pareció inútil, porque si ya se cómo se llaman, no necesito identificarlas.
Sin embargo, me gustaría tener un aparato que identificase aquello que no sé lo que es. Así, frente a un cacharro extraño, la maquinita me diría si es una silla de diseño, un pintxo de sugus o un abrigo de entretiempo. Todo ello, cosas inservibles o inútiles.
Lo peor viene cuando te encuentras con personas ya etiquetadas de antemano. Vease el recurente caso del identificativo "amigo". Un cartel muy fácil de poner - o ponerse- pero que pocas veces es real. Si voy a facebook, me dicen que tengo casi 200 de ellos, aunque a algunos haga siglos que no veo o prácticamente no hablo con ellos. Otras veces me encuentro con seres extraños que enarbolan el estardante de la amistad. Un trofeo que no sé ni quién ni cuándo obtuvieron, pero que ahí está, cual arma arrojadiza para conseguir y reclamar. Por desgracia, cuando quieres privar a alguien de dicho honor, la etiqueta se resiste a salir y tienes que cargar con un fulano impertinente adobado a tu costilla.

Con todo ello, a veces, me pregunto si la amistad es sinónimo de hipocresía. Por suerte, aún me quedas tú...