viernes, 9 de diciembre de 2011

Obsolescencia programada

De amores perecederos se llenaba el vertedero.
De promesas barridas por el viento, de cumplidos estudiados.
Allí mueren los idilios de verano, los amantes trasnochados.
Los que juraban no olvidarnos. Mugre, polvo, cenizas.
Duraban lo que un lírio de invierno.
Florecen sabiéndose muertos.
Hediondo final.

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