Mis paraísos perdidos son aquellos en los que nunca estuve.
Me imagino volviendo de las Indias en un navío español; mis compañeros sobreviven al escorbuto y las bodegas están rebosantes de cacao y tabaco por primera vez en el viejo continente.
Me dirijo al salón de los espejos, mirando de soslayo mi peluca empolvada y mis pechos sobresaliendo por el corsé, esperan el momento oportuno para colarme en los aposentos del Rey Sol.
Borracha de absenta escucho los versos de un joven y famélico poeta en el calor de un café parisino.
Las flores se enredan en mi largo pelo dorado mientras canto con mi guitarra una canción en un parque de San Francisco.
Corremos delante de los grises. ¿Cuándo se acabará esta maldita dictadura?
Soy la reina de Estudio 54. Mi vestido de lamé dorado y mis afilados tacones son la envidia de la pista de baile.
Miles de personas corean mis canciones. Soy una diosa en el escenario, una RNR star
Paseo por Shibuya. Es primavera y las chicas llevan bonitos baby doll. Esta noche bailaremos J pop hasta el amanecer.
A veces, los sueños se cumplen y vivimos las vidas que llevamos dentro
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