martes, 28 de julio de 2009

Tormenta

Solo su tacto de pluma bastó para romper el cristal. Se fue resquebrajando como caramelo de flan que una cuchara golosa parte.
Se rompió el silencio. Cesó la calma.
Y entró la tormenta, llovió en el salón. Intentamos parar la tromba. Demasiado tarde. Ya estábamos empapados, el agua comenzó a subir.
Me agarré a tu cuello antes de sumergirme. Olvidé nadar. Me dejé llevar.
No sé si me salvaste, si me sacaste de la pesadilla. Esta mañana, al despertar, había un charco bajo la cama.

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