miércoles, 21 de enero de 2009

3 000 000

Qué bien llegar la comedor y encontarse que hoy es el día mundial del colesterol y que, por mucho que se resista, el plato no bajará de las 50.000 calorías de grasas saturadas de proveniencia insospechada. Así que te lanzas a lo prohibido y decides disfrutar por un día, porque claro, solo será hoy, mañana acelguita rehogada.
Qué bien sienta decidir una tarde no ir al gimnasio, sentarse en el sofá, encender la tele, poner el canal donde más morralla haya y beberse un vinito a la salud de la famosa de turno que aparece en pantalla.
Qué bien sienta no tener que madrugar un día entre semana. Sales a la calle a media mañana y te sientes extraña. Solo ves jubilados y señoras con carros de la compra. ¿Dónde está el resto de la humanidad?, ¿qué ha pasado en el mundo?
Qué bien sienta también tirarse una hora intentando hacer el solitario de windows, ese que nunca sale. Nunca se sabe...
Caprichos apetecibles por prohibidos o imposibles en nuestra rutina. ¡Benditos sean mientras se presenten pocas veces!

Imagina no tener dónde ir a trabajar; levantarte cada mañana con la angustia de no saber qué harás , pues no has elegido ese tiempo libre, sino que se te ha impuesto. Imagina comer cada día congelados de oferta, ver telebasura para llenar tus horas, matar el tiempo como una condena.
Imagina tener una vida hecha de restos.

Qué bien poder elegir mis rutinas,soprenderme cuando me sacan de ellas. Qué bien no ser uno de los 3 000 000

2 comentarios:

  1. mira con lo del tiempo te doy la razón, pero existen las bolsas de ensalada que sacan a todo el mundo del pozo negro de la comida congelada y el frito... asi que nada de seguir sumando calorías! bolsas de ensaladas variadas y tomates cherry y verás que ligerita te vas a dormir.

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  2. No quería hablar precisamente de la comida basura, sino de las rutinas del hastío, mi querido anónimo

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