viernes, 30 de enero de 2009

la castigada

- Que levanten la mano los castigados.
Me quedé un rato parada. no sabía qué hacer.
- Me han oído. Que levanten ya la mano los castigados o será peor.
Tímidamente levanto el brazo.
- Ah! señorita, veo que es usted la única que da la cara. Le parecerá bonito lo que ha hecho...
- Señor, perdone, pero yo no sé si he hecho algo malo. Yo soy buena. Es más, creo que no he hecho nada. Nada de nada. ni bueno ni malo.
- Eso, en todo caso, jovencita, seré yo quien lo decida. y a callar. Por el momento está castigada.
- Pero, ¿por qué? ¡Es que de verdad que no lo sé!
- El porqué es lo de menos. Usted está castigada, y mucho. Es más, usted tiene cara de culpable y debería acostumbrarse al castigo.



Me escapo de la sala. Oigo gritos detrás mío, pero solo pienso en correr. Correr como la culpable que no soy y dejar por el camino los pecados que no cometí. Con el castigo tatuado en mi lomo, cumpliendo condena por existir.

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