miércoles, 26 de septiembre de 2012

La cajita


Cuenta la leyenda que hubo un reino seco y árido, donde el viento soplaba sin tregua y el río bajaba caudaloso. Una tierra triste donde no se escuchaban risas. Las hadas, deseosas de ayudar, enviaron a una princesa al reino. Una niña que alegrase a todos aquellos que la conocieran. Una mañana fresca de otoño, nació la princesa Malena. Dicen quienes la vieron que sus ojos brillaban como luceros y sus rizos de ébano eran suaves como la seda.
El día de su segundo cumpleaños, sus hadas madrinas le hicieron un regalo muy especial.
- Querida niña. Te entregamos esta cajita de plata bruñida. En ella hemos guardado los más hermosos dones: belleza para iluminar el día; inteligencia para ayudar a los demás; sonrisas que hacen reír; amor para hacer felices a todos. Cuídala, es tu más preciada posesión.
La princesa guardó la cajita en un bolsillo del vestido y nunca, nunca, se separó de ella.
A medida que fue creciendo, la cajita se hizo más pesada, pues las virtudes que contenía habían aumentado. Así, se convirtió en una muchacha bella y de buen corazón que, gracias a su sabiduría, ayudaba a los demás, siempre con una sonrisa.
Una noche de invierno, una bruja malvada disfrazada de anciana llamó a la puerta del castillo.
- Buenas noches, linda muchacha. Soy una pobre viejecita que se ha perdido. ¿Podría pasar la noche en las caballerizas antes de seguir con mi camino?
Malena se compadeció de ella. Le preparó un baño caliente, le dio de cenar y le dejó dormir en su cama, mientras que ella se recostó en un sillón. En mitad de la madrugada, la bruja se despertó y se acercó sigilosa a la princesa con la intención de robarle la cajita. Buscó en los bolsillos del vestido, pero no la encontró. Furiosa, volvió a la cama y se acostó. A la mañana siguiente, la joven le llevó el desayuno a la cama y, con una sonrisa, le preguntó:
- ¿Ha dormido usted bien?
- Sí querida, pero algo perturbó mi descanso.
- ¿Acaso no halló lo que venía buscando?
La bruja enmudeció. Se dio cuenta de que los malos sentimientos le había abandonado. Ya no se sentía ni triste ni enfadada. Una luz de bondad brotaba de su pecho. Malena, consciente de ello, le dijo.
- Aquella cajita que buscaba la guardo en mi corazón. Al entrar en mi casa, comer de mi plato y dormir en mi cama, ahora tú también tienes una parte de sus dones.
Así, la bruja se convirtió en una buena anciana y prosiguió su camino por en reino, contando a todos lo buena que era la princesa. La princesa Malena
A mi hija, en el día de su segundo cumpleaños

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Quería decirte que...