Un día decides plantarte y comenzar tu buen rollito.
Nada de pajas mentales, de filosofía barata ni finales novelescos: las cosas son como son y punto.
Fíjate por donde, ese mismo día reparas en los colores de tu ciudad, en las caras de los peatones, en los timbres de voz. Todo lo que había permanecido hibernado sale a la superficie, se te revela.
Te ríes de tus estupideces pasadas y de las de los demás, pues quedan muchos, ahí fuera, que no han abierto los ojos, que han visto sin mirar.
No pretendáis taparme los ojos, no soy yo la que lleva una venda.
Fíjate por donde, que yo voy por la misma. Nada se puede hacer con los amargados o los envidiosos, con la gente que en general no alberga buenos sentimientos y que se pasan el día completo con comentarios agrios, pero si que podemos hacer por nosotras mismas: un buen masaje, una cena especial, una flores compradas por que sí, una película que te haga llorar de risa... lo demás, que se aparte de nuestro camino.
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