martes, 16 de agosto de 2011

Rutinas

Cuando el calor aprieta, el jefe se vuelve -más- neurótico, la vida se nos hace cuesta arriba y las mañanas son la subida del Tourmalet, soñamos con salir corriendo hacia algún lugar lejano, paradisíaco si es posible. Una tierrade Jauja donde las fuentes manen mojitos y los hombres sean guapos y estén bronceados. Como la mayoría de los mortales, nos conformamos con apretujarnos en aviones tercermundistas, playas abarrotadas, museos fast-food e inmortalizar vía Facebook lo ya por todos conocido.
Las vacaciones nos estresan.
Abrimos la puerta de nuestra casa, aún con arena en los bolsillos y el estómago aturdido de tanto buffé. Pisamos el suelo del recibidor como el Papa pisa tierra santa. Volvemos a nuestras rutinas, seguros en ellas, sin miedo a perdernos. Dormimos en camas amigas, almohada compañera. 
Nada como el hogar



1 comentario:

  1. A mí una de las cosas que más me gusta de post-vacaciones es asentar la cabeza sobre los hombros. Saber qué día de la semana es, que la cama donde duermes es tuya, con tu osito y tu edredón, saber que siempre habrá tiempo para el verano, pero que también lo hay para la pura realidad.

    Y no es que me guste la rutina, pero creo que es necesaria para que las vacaciones sepan mejor.

    Esto ahora lo digo fácil, el 8 de septiembre... No.

    ResponderEliminar

Quería decirte que...