Fuimos adolescentes incorregibles. Filosofíando en parques, cigarro en mano. Katxis compartidos en tugurios mal ventilados. Gritábamos consignas, canciones aprendidas bajo la luna.Creímos tener la llave; nuestro sería el futuro. Más rocanrrol y menos burguesía. Éramos invencibles, insaciables, incómodos, irremediablemente inocentes. Rebeldes por edad y tradición; por situación y educación. Intelectuales de barra y fanzine. Hijos de obreros nos gritaban. Insultos que se colgaban como medallas.
Aunque la nieve se pose en nuestras sienes, aunque los vientos nos lleven río abajo, seguiremos siendo soñadores, poetas de la rutina, David frente a nuestro Goliat. Nos mudaremos a nuestros castillos en el aire. Así, veremos el sol brillar aún más
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