miércoles, 2 de enero de 2013

La joven de la perla


Llega tarde a casa. Antes de abrir la puerta, borra la letra escarlata de su frente.La sonrisa de placer no permitida. El espejo del ascensor le chiva que perdió un pendiente. Maldito él. Estará escondido entre unas sábanas, o debajo de una alfombra, dispuesto a salir a la luz en el momento más inoportuno, a ser encontrado por otra, que no es su dueña. Una perla. Una inocente perla. un pendiente de niña buena. Un regalo de aniversario, quizás. Y se quita la otra con gesto rápido. Hoy hará la cena desnuda de joyas, de te quieros y cariños. Se acostará con ese desconocido con el que comparte edredón e hipoteca. 
Y,  a pesar de todo, seguirá siendo tan pura como la perla que perdió, tan real como el gemido que se la arrancó.

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