jueves, 17 de enero de 2013

Relatos de invierno. El diario rojo III


Un trazo vacilante, un tanto infantil. Caligrafía de colegio de monjas, de chica de la sección femenina. Era de su madre. La recordó tal y como era en aquellos años. Su olor a lejía y Eau de Rochas. Los ojos pintados de azul. La comida en la mesa y el bocadillo a la salida del cole. Tenía la misma edad que ella ahora y,sin embargo, le parecía tan lejana...
Emocionada y sorprendida, comenzó a leer
"Hija,
Dentro de muchos años, cuando vuelvas a abrir este diario, te encontrarás con esta carta. No se si estaré aún contigo, por eso quiero dejarte estas palabras.
Ojalá tus sueños de niña se cumplan; ojalá conserves la mirada pura y el corazón caliente. Nunca dejes de soñar, mi niña, porque tus ilusiones serán el motor de tu vida. A mi edad, que quizás sea ahora la tuya, ya he visto caer mis castillos de arena. Protege los tuyos, se valiente. Confía en ti misma. Que nunca se te olvide que eres especial
Te quiere
Mamá"
Mariela miró a su madre. A esa señora sentada frente al televisor, de mirada perdida y cuerpo derrotado. Por primera vez la comprendió. Y la quiso como nunca.
Cerró el diario, no sin antes volver a meter la carta donde estaba. Después,  alió de casa de sus padres, rumbo a la papelería. Y compró un diario. Un diario rojo. En la primera hoja escribió
"Querida hija..."

1 comentario:

Quería decirte que...