martes, 10 de noviembre de 2009

Doña Gloria

Yo tuve una maestra que se llamaba Doña Gloria. Nunca fui a su clase, pero ella venía a mi casa muy a meudo. Aún conservo en mi cuarto de niña tus libros de poemas. El camello cojito, Don Pato y Don Pito, el hada acaramelada, la momia tiene catarro...Te leía, sonreía y releía. Tus versos, por sencillos, eran sabios y pegadizos. Corría por la casa con mi varita mágica entonando tus cánticos...

Para dibujar un niño
hay que hacerlo con cariño.
Pintarle mucho flequillo,
que esté comiendo un barquillo;
muchas pecas en la cara
que se note que es un pillo;
pillo rima con flequillo
y quiere decir travieso.
Continuemos el dibujo:
redonda cara de queso.
De mayor me tomo mi tiempo para leerte y me emocionas. Recordar la candidez de tus palabras y el valor de tus requiebros. Querer ser niña grande escritora, con un sombrero de ala y un chaleco de colores, como la maestra, la señora Doña Gloria


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