lunes, 2 de noviembre de 2009

Ñoña

Se despertó cuando aún era de noche. Oía a su marido roncar, el silencio de los peques, el rechinar de la madera del ático de su pareado. Todo en orden.
Se levantó, se puso las pantuflas y se dirigió al baño. Frente al espejo, con una sonrisa forzada se dijo: "Felicidades. Ya tienes 35". Por su mente pasaron las imágenes de su vida: la cuadrilla del insti; su 16ª cumpleaños, día en el que empezó a salir con su novio; las clases de la uni; los paseos en coche cuando ya eran novios; el día que compraron sobre plano la casa; La pedida y la boda en la catedral - incluso la suegra llevó mantilla- ; La llegada de los niños, tú solita sin trabajar en casa, pues eres una buena madre. Como una rueda engrasada, todo siguió su curso ...
Una nausea le hizo doblarse sobre el lavabo. Sintió el peso del tiempo como nunca hubiera creído. Pero no temió a su organizado futuro, sino al tiempo pasado. Siempre correcta, siempre buena, siempre tan ñoña...
Se rió de sus caras cremas, las que le hacían parecer la chica que nunca fue. La que nunca viajó sola, la que no salió de fiesta con amigas hasta el amanecer, la que no tuvo amantes, la que nunca, nunca, dio mal ejemplo.
"Demasiado tarde", se dijo.
Volvió a la cama y esperó que su gordi y los niños se despertaran. Seguiría sonriendo, seguiría siedno lo único que sabía ser. ÑOÑA

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