Te perdiste y fui a tu encuentro, pero no pude dar contigo. Entre la multitud se perdía tu rastro. Todas me parecían igual, todas se movían igual. Tanto me esforzaba por recordate que tu silueta se difuminó, se desdibujó y solo fuiste un borrón.
Juro que te podía oler, que te podía saborear, pero era incapaz de ubicarte. ¿Y si al pasar a mi lado me resultaras una desconocida?
Escuchaba tus canciones a la hora de las brujas, lloraba tus letras, pero seguías perdida. O tan solo escondida.
Estrategia poco arriesgada, me senté a esperarte, por ver si pasabas cerca. Nevaron décadas. Y volviste sin más, y te alegraste al verme. Y entonces fuiste tú la equivocada.
Y quisiste buscarme, pero yo ya me había ido, había desaparecido con el tiempo. Ya no estaba. No era yo quien te esperaba, no era por quien preguntabas. Fue aquel que te conservó en su mirada, que susurró tu nombre a las extrañas. Que mudó su piel por otra cuarteada y olvidó en el camino que antes te amaba.
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